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Psicología Familiar: educar mientras vivimos

La tarea de educar que los padres tienen con sus hijos es ardua y difícil, pues se trata de educar mientras vivimos, que es algo parecido a beber de un vaso ancho mientras corremos con intensidad, irremediablemente cae agua por muchos lados a parte de en la boca, pero algo bebemos. Con los hijos el agua que cae fuera serían las rabietas, los extravíos, las mancha, las caídas, los deberes sin hacer, repetir las cosas mil veces para que las hagan… Por eso ante  la compleja tarea de educar dentro de  la familia sería fundamental, imprescindible, que hubiese formación pre-padres, y que una vez concluida esta con éxito, diese el derecho de  obtener el “carné para padres”. Un “carné” que nos autorizase a tener niños, a manipular niños, a educarlos… y puede sonar algo frío, pero ¿A caso no es necesaria formación para manipular alimentos? Y por esto, como son mucho más importantes los niños que los alimentos, se debería también exigir formación.   Sin duda la labor de ser padres es tan hermosa y apasionante como compleja, y por eso la psicología infantil y familiar pretende ser un apoyo, un punto de avituallamiento en ese largo recorrido de educar a  los niños, que antes fueron bebés y luego serán adolescentes (y luego jóvenes, y luego adultos, y luego… porque nunca dejamos de ser padre e hijos una vez que empezamos a serlo). Poniendo a disposición de las familias una alternativa ante situaciones concretas o situaciones más crónicas, ofreciendo espacios a los miembros de as familias donde poder intercambiar y poner en el tapete pensamientos y sentimientos, de forma que entre todos y con todos, la convivencia sea lo mejor posible, y el día a día en casa y en familia se convierta en el momento más agradable, y no en el más terrorífico.   Además en este educar también los psicólogos podemos ofrecer consejos y asesoramientos sin necesidad de que existan problemas, ya que la mejor forma de solucionarlos es evitarlos. Y para ello es muy importante saber elementos claves como:
  • la forma más adecuada de establecer normas
  • conseguir que los más pequeños empiecen a tener responsabilidades
  • castigar si no se cumplen las normas
  • hacer que los niños se sientan queridos y atendidos
  • cambiar conductas ya establecidas
  • explicar cambios en la familia o enfermedades o fallecimientos
  Como madres y padres hay que sentir el deber de conocer cómo funcionan los niños, los adolescentes, los jóvenes… para entenderlos y no simplemente quejarnos de ellos. Y para eso hay que buscar tiempo para leer, para formarse, para acudir a charlas, para solicitar ayuda a un profesional… porque los pequeños problemas pueden convertirse en grandes problemas, y lo que no hemos ensañado a nuestros hijos en trece años no lo vamos a hacer en una sola tarde. Si nunca he explicado o argumentado a mi hijo de donde salen las normas de casa, de la familia… cuando se plante y diga que no hace determinada cosa ¿Qué haremos? ¿Cogerlo y meterlo en la habitación? No, porque resulta que es más grande y fuerte que nosotros. De aquí la importancia de lo que decíamos anteriormente.   Desde aquí os animo a leer artículos como este y similares, a buscar libros e información sobre el mundo infantil, porque solo sabiendo cómo son podremos quererlos como son.

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