La separación y el divorcio

Sin duda es una situación difícil de afrontar, y más aún si hay hijos de por medio. Es una decisión compleja porque implica muchos cambios dentro de la cotidianeidad, y sobre todo la ruptura emocional con una persona con la que hemos estado durante un largo período de nuestras vidas. Sin embargo Folberg dice: “El divorcio no pone fin a la familia, lo que hace es reorganizarla”.

Y aún es más complejo si cabe cuando es una de las partes quien toma la decisión, entrando en juego emociones negativas, reproches… siendo normalmente los menores los que se ven afectados por todo ello. ¿Cómo se lo decimos a los niños? ¿Qué consecuencias tendrá sobre ellos? ¿Cuál es el mejor régimen de visitas? Para ello planteamos diferentes formas de trabajar la situación:

• Mediación: proceso en el cual ambas partes deciden y eligen todos los aspectos relevantes para el día a día y futuro de sus hijos. Con ellos hay una tercera persona (mediador) cuya función es la de facilitar la comunicación entre las partes para que lleguen a acuerdos. Esto suele emplearse al inicio de la separación y asistiendo ambas partes de forma voluntaria. No se trata de recuperar la relación de pareja, sino de establecer los parámetros de la nueva relación, puesto que esta debe existir por el bienestar de los menores.

• Técnicas de comunicación: buscando maneras y sistemas para que ambas partes se comuniquen; planteando la forma adecuada de expresarse para evitar malas interpretaciones; dirigirse al menor sin que se sienta incómodo…