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Tratamiento para la violencia de hijos a padres

VFP TRATAMIENTO  

La violencia intrafamiliar en cualquiera de sus tipos es una situación compleja, y por tanto su tratamiento también es complejo, entendiendo por complejo la multitud de variables que entran en juego.

 Cuando se producen agresiones (verbales y/o físicas) de un hijo hacia sus padres hay que intervenir sin duda sobre el menor, pero también con los padres/tutores y también en la dinámica familiar. Es decir, hay que realizar tres tipos de intervenciones si se quiere obtener algún resultado positivo. Y así lo muestran diferentes estudios realizados, en los cuales se aplican diferentes técnicas con diferentes metodologías, siendo los más eficaces aquellos que combinan durante la intervención la atención a los elementos mencionados anteriormente, y a continuación se justifican:

  1. El menor (el hijo/a): normalmente presentan baja tolerancia a la frustración, dificultad en la resolución de conflictos, baja autoestima (encubierta normalmente por su prepotencia), incumplimiento sistemático de las normas, bajo rendimiento académico y bajo control de impulsos entre los factores más notorios, pero no exclusivos. En la mayoría de los casos también suele existir un trasfondo emocional que les sirve para auto-justificar su comportamiento violento hacia sus padres; pude deberse a un divorcio, castigos cuando eran pequeños, percepción de la falta de cariño… Todo esto se trabaja individualmente con la menor.
  2. Los progenitores (tutores): en un porcentaje significativo los padres suelen estar separados/divorciados, que no quiere decir que sea la causa directa del comportamiento de su hijo, pero si puede servir para explicar algunos aspectos. Principalmente son padres con un gran sentimiento de culpa, de vergüenza, de impotencia… siendo lo primero sobre lo que se interviene. Posteriormente hay que revisar el sistema de normas, castigos y premios que tiene el menor (en caso de tenerlo) y analizar virtudes y errores de dicho sistema. Del mismo modo hay que revisar la forma de interactuar de los progenitores con sus hijos. También es importante entrenar la resolución de conflictos, formas de negociación…
  3. La dinámica familiar: es fundamental trabajar el sistema familiar, los roles que cada uno posee, los sentimientos que cada uno posee sobre la estructura familiar, las expectativas de futuro y las creencias sobre la situación, rodeado todo ello por la forma de comunicarse los unos con los otros. Es la forma de ir integrando en la convivencia el trabajo individual realizado con hijos y padres por separado.

Es un proceso largo y muy duro para las familias, puesto que en la mayoría de los casos deben realizar muchos cambios en la forma de relacionarse y actuar, de hecho en ocasiones se niegan a realizar esos cambios resignándose al sometimiento de sus hijos. Además dicha intervención tampoco asegura al 100% una recuperación total de la estabilidad, lo que si asegura es una disminución considerable de los episodios de violencia y agresiones, hasta casi desaparecer por completo.

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