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CÓMO DAR INSTRUCCIONES A LOS NIÑOS

Uno de los objetivos de las madres y padres para con sus hijos e hijas es que les obedezcan, que hagan lo que les dicen, que sigan las instrucciones, y si puede ser, a la primera. Y es algo completamente lógico y que facilitaría mucho en determinadas situaciones. Dar instrucciones  a los niños y que las cumplan es importante, pero más aún crear hábitos y rutinas, si una niña sabe lo que tiene que hacer en determinada situación, no hay por qué indicarle lo que debe hacer. Sin embargo en circunstancias concretas e incluso, en el día a día queremos que nos hagan caso y obedezcan, pero no siempre lo conseguimos, o no siempre sabemos qué ha funcionado, o cómo hemos explicado determinadas instrucción para que el niño la cumpla, o cuál es el motivo de que no lo haga.

También existen casos en los que el niño nunca hace caso, bien porque se hace el sordo, bien porque se niega directamente, bien porque hace lo contrario, bien porque demora en el tiempo la acción… En estos casos lo que vamos a explicar también debe ser tenido en cuenta, pero no bastará, pues estas actitudes, dependiendo de la edad, pueden ser síntoma de otra cosa, y no simplemente de falta de autoridad por parte de los padres. Siendo necesario el asesoramiento en consulta.

En otras ocasiones los niños y niñas dejan de cumplir  las instrucciones que se les dan simplemente por falta de entendimiento, o por no cubrir la expectativa del adulto, que observa ese déficit como una falta completa de la consecución de la instrucción.

A continuación os damos unas pautas básicas de cómo dar instrucciones a los niños para que cumplan con lo que les pedimos. Las órdenes (perdón por lo brusco del término) han de ser:

  • Claras y específicas (“pórtate bien” NO sirve. Debemos explicar qué es portarse bien: “quédate sentado y sin hacer ruido”).
  • Comprensibles. En términos conocidos por la niña.
  • Dichas en un tono adecuado y cerca del niño. En ocasiones tendemos a gritar desde la cocina cuando el niño está en su habitación; no es válido.
  • Ser cortas. De una en una a ser posible; o enumerarlas (1º recoger, 2º apagar la luz, 3º quitarnos la ropa sucia, 4º ir al baño…). Este error ocurre mucho con “recoger la habitación”, ya que realmente engloba muchas pequeñas acciones, que  deben desglosarse para verse cumplidas (doblar la ropa, tirar a lavar la ropa sucia, hacer la cama, ordenar los zapatos…).
  • Ser coherentes, no siendo consecuencia de la improvisación, sino del acuerdo entre los adultos. (Es más fácil seguir hábitos y rutinas, como decíamos al principio).
  • Ser firmes, es decir, insistir unas cuantas veces, sin ser el adulto quien haga lo que estamos pidiendo (aunque sea más rápido).
  • Describir las consecuencias del cumplimiento o no sin gritar, ni en tono amenazante; y dar avisos, entre 2 y 3.
  • Ser aplicables a todos los miembros de la familia (es más fácil seguir normas que hacen todos, a normas que solo cumplen ellos. No tienen por qué ser todas).
  • No ser contradictorias con otras órdenes. (Bien del otro progenitor, o bien porque desdigan otra norma establecida; en caso de hacerlo deberemos de dejar muy claro que será una excepción que no sentará precedente).
  • No deben ir acompañadas de contacto físico instigador (apretar, golpear, chillar…), pues este facilita el incumplimiento.

Estas indicaciones son muy útiles para dar instrucciones; pero sin duda antes hay que observar que el niño o la niña no presentan ningún tipo de problema de conducta o sintomatología asociada a actitudes oposicionistas, de falta de control de impulsos, TEA…

Sin duda alguna en esta cuestión las formas y el cómo, son la clave.

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